Tras licenciarme en Sociología, mis primeras inquietudes se dirigieron hacia la cooperación al desarrollo. Después de una estancia en América Latina, concienciada de la evidente y en muchos casos sangrante desigualdad de las mujeres, decidí especializarme en Sexología.
Junto con varias amigas, activistas feministas, decidimos crear un colectivo que cultivara las sexualidades. Así fue como fundamos el Colectivo Sexológico EMAIZE, allá por 1993. Emprendimos un proyecto innovador en aquellos primeros años al atender las necesidades socio-sanitarias de mujeres que ejercían la prostitución. Mucho aprendí de ellas.
Puesto que también tuve formación y amplia experiencia como voluntaria y docente en la educación no formal, el dedicarme a atender las sexualidades de diferentes colectivos –muchos en situación de vulnerabilidad- fue un paso lógico. Me encanta el asesoramiento personal a jóvenes y la formación de familias y profesionales. Y sigo aprendiendo.
Estoy convencida de que, para realizar un trabajo de calidad, sea cual sea el ámbito, es imprescindible el estudio y la actualización constante, así que a ello dedico gran parte de mi tiempo con verdadero placer.